sábado, 16 de julio de 2011

Puntos suspensivos o paréntesis, como queráis...


Cuanto tiempo... Ya no me acuerdo ni de escribir. He dejado este mundillo abandonado vilmente. Me duele haberlo hecho, me molesta dejar cosas a medio hacer y esto tuvo principio pero no fin. Me duele haberme perdido cada una de las entradas que la gente publicaba en otros blogs, y que antes eran insustituibles para mí. Eran como beber de la acequia cuando sales a correr por los campos... Saciaba sobremanera.

Me duele también dejar colgado a los últimos seguidores que habrán visto un blog igual de estático en los últimos tres meses o más. Pero bueno, pueden ir hacia atrás y verlo en retrospectiva. Estoy bastante orgulloso de lo que he escrito, más de cuarenta críticas de película(s)...[menudo chiste ególatra acabo de insertar...] Simplemente me ha gustado escribirlo, ni me imaginaba que iba a poder llegar a emocionar a alguno que otro. (Snif, snif).

Quiero agradecer a la gente que ha leído algo, una crítica, cuatro o todas. Y a la gente que se ha molestado en escribir un comentario, aunque sea algo malo, a esos les debo más todavía.

Algún día retomaré todo esto, cuando tenga un trabajo serio, o demasiado tiempo libre. Ahora mismo el tiempo se me echa encima, surgen demasiadas prioridades en mi vida y el ocio no está contemplado. Es un descansillo, un "off" después de mucho tiempo "in". Estoy un poco cansado y pensar me embota el cerebro. Lo siento por la gente a la que he dejado sin la crítica que le prometí. Pero si lo prometí, lo prometí. Quizás les dije "pronto" y ahí si que les engañe. Pero tarde o temprano las haré. No temáis, tengo muchísimos trozos de servilletas y cuartillas varias con frases que se me ocurren sobre las películas. Soy así de majo-friki.

Un saludo a todos... por cierto, la chica de arriba es Lady Godiva. ¿Alguien la conoce? La descubrí porque aparecía en una canción de Queen, en un bonito verso y me interesó. Quizá inaugure un nuevo blog en el que ponga una pequeña foto de vez en cuando, algo curioso, al menos para mí y cuente lo que me parece. Con pocas líneas, eso sí. Todavía no sé cómo llamarlo. Personalmente estoy muy orgulloso de "Enfoque-Lateral" y no quiero bajar el listón... ¿Ideas?

Gracias a todos.

domingo, 27 de marzo de 2011

Mi amigo y vecino Spiderman... perdón, Totoro


Hayao Miyazaki es el creador de esta grandiosa película. Está considerada por muchos expertos en la materia como la mejor película de animación de la historia, aunque Mi vecino Totoro es menos famosa que El viaje de Chihiro o La princesa Mononoke, que son los dos grandes éxitos de Hayao. Yo no la conocía, aunque la película existe antes de que yo naciera. Por suerte oí hablar de Totoro gracias a un programa en la televisión, donde decían que se reeditó en 2009 para los cines en España, puesto que había ido directamente a los videoclubs sin pasar por cartelera. Otros éxitos de Hayao son Ponyo en el acantilado, El castillo ambulante o Nausicaä del Valle del Viento.

Mi vecino Totoro es un manga de los de toda la vida. En este caso anime. Cuando Mei toca la barriguita blandita y peluda del espíritu Totoro, suena el tradicional "puik, puik" tan típico, tan conocido en el anime de toda la vida, tan encantador como siempre. El mismo que salía cuando Goku suplicaba a Chichi por un plato más de arroz en Bola de Dragón o el que suena cuando Luffy incordia a Nami en el incombustible One Piece. Los bebés Digimon también tienen esos sonidos tan monos y característicos. Mi infancia está ahí mismo, como podéis ver, a tiro de piedra.

La película es para verla tranquilo y relajado. Se intercalan escenas y paisajes: Escena, paisaje, escena, paisaje... incluso algunas escenas son paisajes en movimiento. Esto la hace lenta, pero son tan bonitos los dibujos que de lenta pasa a ser dulce, de soporífera pasa a ser relajante; la letanía se convierte en terapia.

La historia trata sobre dos niñas pequeñas que se mudan con su padre a una casa rural, mientras la madre se recupera de una enfermedad. Conocen a los espíritus del bosque, y sólo ellas pueden verlos. La hermana mayor es madura e inteligente al mismo tiempo que soñadora e intrépida. Valiente, decidida, segura y muy responsable. Está dibujada magníficamente y el pelo corto le aporta una gran sensación de entereza. Cuando se mueve lo hace con fuerza, pisa fuerte, corre rápido, flota, levita. La hermana pequeña es igual de soñadora pero un poco más patizamba. Eso sí, con un encanto digno de pellizcar sus grandes carrillos. Se fija en todo lo que hace su hermana para aprender y la admira verdaderamente. No le impresiona ver un espíritu del bosque porque su padre es el encargado de alentar su imaginación. La suya y la de su hermana. El padre, en vez de destruir, crea, no cohíbe, distribuye y aumenta la imaginación de sus hijas y la capacidad de sentir, y las deja soñar.

La madre está enferma y no vive con ellos de momento. Pero Satsuki encuentra fuerzas en los espíritus para contarle con ilusión estas experiencias mágicas, que tienen como telón de fondo, su jardín. Un jardín que se convierte en bosque, un bosque que se convierte en naturaleza. Una naturaleza inundada con el sonido de las chicharras japonesas, sonido universal de samuráis.

En definitiva, es una película preciosa. Le dedico esta bellísima película a mi "amiga" karateka Miki, que aparte de tener un blog aclamado y respetado, es tan decidida como Satsuki, tan soñadora como Mei, y tan grande, gorda y fea como Totoro. Todo con mucho cariño. Es que nos queremos mucho.

Ah, y Akari significa luz.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Lucy in the Sky with Diamonds



Yo soy Sam es una película que se puede resumir muy fácilmente. Por ejemplo, con el mejor videoclip de la historia para mí, un videoclip del grupo Placebo de la canción Song to Say Goodbye. Es el hijo el que cuida del padre. En esta película es la hija la que supera al padre. Qué difícil que es vivir, a veces.

Como me gustan Los Beatles. Muchísimo. La película tiene varias alusiones al grupo de Liverpool. Cuando la niña pregunta a su padre si las mariquitas son todas hembras, o si existen los machos, su respuesta no puede ser más pura: "Son escarabajos, como Los Beatles". La niña se llama Lucy, por "Lucy in the Sky with Diamonds". Que todo el mundo opina sobre la pasión del grupo de genios de la música por los psicotrópicos no es un secreto. Todo el mundo sabe y conoce, ahora no importa. Pero bueno, Lennon dijo que se inspiró en un dibujo de una hija de un amigo. Sinceramente me importa un bledo como se inspiraron para componer esa canción, sólo sé que suena tremendamente bien en la susodicha película.

¿Protagonistas? Sean Penn y Dakota Fanning. Lo de Sean no es nada nuevo, se hincha a premios y a nominaciones, verdaderamente es un buen actor. Yo soy Sam es una buena peli, y Yo soy DE Sean es un buen club que me acabo de inventar. No hace falta hablar de su interpretación en Mystic River con el maestro Eastwood de director, o también en Milk. Sobre Dakota, simplemente me da la risa cuando se hablaba de su papel genial en "La guerra de los mundos" y ni se nombra esta obra de arte. No sé de quién es la culpa, pero bueno. Con muy pocos añitos la niña. El resto de actores cumplen en general, sobre todo los amigos del protagonista.

No obstante, no me gustan dos cosas de la película. Primero, la complicidad y desinterés de la abogada que intenta ayudar a Sam. Es que no me lo creo. El mundo está podrido y no me creo que a día de hoy eso sea posible. Es triste pero es así. La otra cosa que no me gusta es que pase lo que pase, interpretar a una persona con un problema de este tipo te convierte en mejor actor o mejor persona. No me gusta. Nada. Hacer este papel no tiene por qué engrandecerte, ni convertirte en un ejemplo a seguir, ni nada por el estilo. Está de moda en el cine tratar enfermedades, problemas psíquicos o físicos que humanizan al protagonista. Me gusta la compasión y la empatía, pero no la lágrima fácil por la pena. Complicidad sí, pena no, gracias.

Por todo lo demás, es una gran obra. Un padre con la misma capacidad mental que un niño, que tiene que cuidar a una niña. A una hija. Él solito. No es nada fácil, sobre todo cuando llega un momento en que la hija te sobrepasa y no quiere leer un libro sin su padre. Ella puede pero el padre no. Y prefiere leer "Huevos fritos con pimiento", o como se llame el libro. Y se dibuja así misma gigante junto a un padre diminuto. Y lo colorea con colores vivos, pero ella lleva al padre y no al revés. Es triste ver la situación en la que se encuentra, no quiero ni imaginar si esto puede pasar o pasa realmente, pero es muy triste.

Y todo con canciones como Strawberry Fields Forever o Lucy in the Sky with Diamonds como un telón de fondo magnífico. Música que hace aún más grande las películas.

sábado, 19 de marzo de 2011

¡Rojo será el día hasta el nacer del sol!


¡Resistid! ¡Resistid! ¡Sois soldados de Gondor!... Como Gandalf alentaba a los bravos guerreros gondorianos, yo os aliento a que os quedéis a intentar leer esto; espero que no os parezca muy muermo, pero echadle un poco de paciencia y al final quizá os sentiréis en paz y todo. SÓLO VOSOTROS PODÉIS DECIDIR QUE HACER CON EL TIEMPO QUE SE OS HA DADO, y yo recomiendo que lo intentéis, y que invirtáis ese tiempo en ver una maravilla hecha cine.

Si yo tuviera que hablar del impacto que causó esta película en mí, lo haría extrapolando una frase de la propia película, pero versionada: Las buenas películas no llegan pronto, ni tarde... Llegan exactamente cuando se lo proponen. Nada más que decir, colosal.

Nunca se puede superar un libro, nunca. Por muy buena que sea la película, un gran libro siempre es mejor. Esa es mi opinión. Yo, que amo el cine, prefiero los libros. Y cuando alguien se atreve a hacer cine de un gran libro, me preparo para ajusticiarlo. Pero esta vez no. No se puede criticar la manera de adaptar este libro. No puedo imaginar una manera mejor.

Tolkien escribió el libro. Don Tolkien para mí. Le debo tanto a este hombre que ni se puede imaginar. Pero el éxito es compartido con Peter Jackson. Don Peter Jackson. Hay que estar un poco perturbado para implicarse en un proyecto de estas dimensiones, y conseguir el éxito es una utopía. Pero lo hizo. 11 premios Óscar. Y porque no había más. Pero se los merece todos y cada uno de ellos. Porque se encargó de leer y releer la obra de Tolkien, se encargó de que el maquillaje fuera perfecto, se encargó de conseguir un equipo para hacer unas orejas de elfo o unos pies de hobbit, que llevaba horas y horas de trabajo, pero no le importó. Día tras día, correteando con su panza y su anorak por los bosques de Nueva Zelanda, siempre con el libro en la mano, SIEMPRE. Total y absoluta implicación y dedicación durante tres años sin descanso. En todos los rodajes estaba él, dando consejos y aportando el sentido original del libro; todo lo que pudo, que fue mucho.

Nos centramos en la película in situ. El viaje llega a su fin, pero no sin antes pasar las adversidades propias de una gran aventura. Lo primero de todo: El protagonista ¿quién es realmente, quien actúa de verdadero héroe? No es Frodo, aunque su importante cometido es cargar con el anillo. No es Aragorn, el verdadero rey que vuelve para encabezar a las fuerzas del bien y de la luz, contra las tinieblas. El verdadero protagonista, el que lleva la mayor carga, el apoyo fundamental, la clave, la solución es Sam. SAM, SAM, y otra vez SAM. En el disco de extras habla Christopher Lee, que interpreta a Saruman, y lo dice. Hace hincapié en ese hecho: "Atentos a Sam, es el verdadero protagonista". Para mí así es. No puede cargar con el anillo, pero acarrea con algo mucho más importante. Seguir ahí, mantenerse, a pesar de ser un segundón, a pesar de ser el hobbit seboso, el mentiroso. A pesar de todo es el que los salva a todos. Sam es un grande.

Es la película más épica que he visto nunca. Las batallas, la lucha, el esfuerzo, la superación, la cantidad de frases célebres, muchísimas, de todos los colores, geniales. Hasta una canción de Pippin que llega al alma. El discurso de Théoden frente a sus 10.000 lanceros, palabras que resuenan en los oídos con más potencia que los cascos de los caballos contra el pasto.

La estética es lo mejor de todo. La araña es un prodigio tecnológico, con poco tiempo en escena pero suficiente para admirarla. Minas Tirith es nacaradamente sublime, sobrevolada por el Rey Brujo de Angmar, que da miedo con sólo oírlo. La batalla de los Campos del Pelennor apabullante. Los olifantes colosales. El enfrentamiento frente a La Puerta Negra estremecedor. Los ojos de Pippin, abiertos, plenos de esperanza, unido a un grito ahogado que clama por la venida de las águilas. El silencio de la fortaleza de Barad-Dûr en caída libre, acongoja.

De esta tercera parte me quedo con el discurso de Aragorn a los Rohirrim, a los hombres de Gondor, a los medianos y en definitiva a todos. Ese discurso es el discurso de los hombres, de los que pueden y de los que luchan, de los que se sacrifican para que otros puedan seguir viviendo. Es el discurso de los valientes y de los empáticos, el discurso de unos héroes, de unos guerreros hermanados bajo la bandera de los Hombres del Oeste.

Maravilla de final, de finales, múltiples, cerrando todos los círculos, atando todos los cabos. La película se acaba, la crítica también... "No diré no lloréis, pues no todas las lágrimas son amargas".

martes, 15 de marzo de 2011

¡Saruman, te sacaré como se saca el veneno de la mordedura!



Segundas partes nunca fueron buenas, un refrán que oímos muy a menudo. Casi siempre es verdad, pero en Las dos torres este refrán se hace añicos. Es la segunda parte de la trilogía, y no es ni mejor ni peor, simplemente es una parte fundamental. Y punto.

La primera escena es un recuerdo de la primera película. O eso parece, porque de repente, continúa. Ese Balrog cayendo, entre fuego y agua, y Gandalf sacrificándose. Es lo que tiene ser un Ilúvatar, que puedes con todo. Y esta escena inicial sirve para despertarte. Por si habías entrado dormido al cine o con pocas ganas. Porque el Balrog quema, y la nieve fría, más.

Tengo tantas cosas que decir que no sé por dónde empezar, y esto puede quedar deslavazado y deshilachado, pero no me lo tengáis en cuenta. Igualmente me olvidaré de ciertos detalles primordiales, intentaré que ocurra lo menos posible, pero si es así, hacédmelo saber mediante los comentarios si así lo deseáis.

Pues vamos a la MÚSICA. Que en la primera parte ni siquiera la nombré pero aquí sí que me voy a explayar. Las composiciones son impresionantes. Las piezas son increíbles. La cabeza pensante de todo esto es Howard Shore. La música celestial de Shore es única, también hizo Gangs of New York, ya que estaba en su punto álgido y muy inspirado a principios de la década. Todos los temas son bonitos, todos. Armónicos, profundos, emocionantes, conmovedores y como no, épicos. De hecho muchos grupos se han inspirado para hacer música preciosa a partir de esto. Sin olvidar al grupo Enya, encargada de la canción de la banda sonora original. "May it be" es de escucha obligada.

Pero no sólo existe la música, sino también los sonidos característicos de la batalla; no es lo mismo cuando se golpea el suelo o una pared, no suena igual el filo de la hoja de Aragorn, Andúril, que el vibrar en el aire del hacha de Gimli. Ningún arma suena igual. Se diferencia el golpeo del metal al de la madera, se oye distinto si la flecha de Legolas se clava en un yelmo, en una coraza, o en una cota de malla.

Por otra parte en esta segunda parte priman las historias paralelas, diseñadas para mostrar la división y la dificultad de mantener una unión fuerte, pero también para profundizar en cada héroe. El coraje de Merry y sus ganas de luchar, alentando a los Ents a dirigirse a Isengard. La debilidad de Frodo y el apoyo de Sam. La codicia y la sumisión fingida de Gollum. El resurgir del Mago Blanco, guiando a los Rohirrim. La hermandad creada por el trivote mágico formado por Aragorn, Legolas y Gimli, hombre, elfo y enano, Vigo, Orlando y John. Es difícil ver a un enano defendiendo a un elfo, y viceversa, cuando Orlando Bloom le pone una flecha en la frente a Éomer. Son tres actores de bandera, sólo hay que ver su carrera.

Pero para mí, y esta opinión es muy personal, el verdadero protagonista de Las dos torres es Gollum. Es el personaje más importante, y sólo por la implicación y el trabajo impresionante de Andy Serkis, ya merece ser nombrado y alabado. Durante el rodaje, se derretían con extintores algunos riachuelos, con agua congelada, sólo para hacer las escenas. Y Andy Serkis debía meterse y hacer estas escenas sólo con una fina capa de ropa llena de puntos de captura de movimiento. Un trabajo impresionante para conseguir que Gollum fuera lo más humano posible, aunque se tuviera que zambullir en agua congelada. Pero no sólo las grababa una vez, sino que luego volvía a repetirlas junto a Frodo y Sam. Es Sméagol, es Gollum, y es lo que quiera ser. Aparte de la capacidad actoral de Serkis, lo que realmente me importa es la trascendencia del personaje. Es la clave, ya lo anticipó Gandalf, y así es. La parte que más disfruto es en la que Gollum es expulsado de la mente de la torturada criatura, pero le dura poco la bondad. Aunque gracias a su maldad, tenemos la escena final de la película, en la que el anticipo de "ELLA" hace que quieras ver la tercera rápidamente.

Todas esas historias paralelas de las que hablábamos antes, confluyen en la batalla final, la que acontece en el Abismo de Helm. El camino para llegar allí es arduo, lleno de wargos, orcos y otras dificultades como perder un líder. Pero se refuerza el espíritu de unidad, todos atrincherados, tras los muros del castillo, esperando bajo la lluvia a esos 10.000 Uruk-hai, los orcos más terribles jamás concebidos. Golpeando, las picas estallando contra el suelo. Pero todavía hay esperanza, Haldir y sus elfos se presentan, y la cosa se empieza a equiparar. Lo demás es estrategia, sangre, batalla, matar a 200 orcos con una flecha y hacer resonar un cuerno al amanecer.

De esta segunda parte me quedo con esos ojos de Gandalf, renacido, mirando al infinito sobre su caballo Sombragris y maquinando lo que será la batalla definitiva, el desenlace total, la enorme guinda del pastel que espera en la tercera película. Él ha vuelto para guiarlos al final de la batalla de Helm, pero en realidad sólo es la vara que porta la luz, para mostrar el camino de los hombres; los hombres... verdaderos protagonistas en el fin de la trilogía.

Sigue la trilogía, una historia que permanecerá para la HISTORIA. Un anillo (y una leyenda) para encandilarnos a todos.

viernes, 11 de marzo de 2011

La historia se convirtió en leyenda... La leyenda, en mito


Hace ya 10 años, llegó al cine de mi pueblo una película. Yo no había oído hablar mucho de ella, pero me bastaba con el anuncio para saber que me iba a gustar. Llegaba tres meses tarde; el cine de pueblo es lo que tiene, pero llegó. Y un domingo por la noche me encaminé hacia el cine con mi padre. Empezaba a las 21:30 y acababa a las 00:30. Y al día siguiente tenía una agradable clase de Conocimiento del medio...

Yo leo demasiado, todo lo que cae en mis manos lo repaso, varias veces, y ya de pequeño uno de mis géneros favoritos era la fantasía épica. Al ver el anuncio de esta película se me dilataron las pupilas: ambiente medieval, guerras, castillos, magos, trasgos, orcos, trolls, goblins, hobbits, magia, escudos, armaduras... Los amantes del género saben de qué hablo.

Y por eso decidí verla, porque me gustaba el género. Ya no me enfado (antes sí) cuando alguien me dice que no le gusta El señor de los anillos. Lo entiendo. Si te gusta el género es una gran película. Si no te gusta puede incluso aburrirte debido a la duración. Pero dado que hoy es mi cumpleaños, permitidme que me explaye, que me haga un regalo a mí mismo y os aburra un rato con lo que yo considero la mejor película de la Historia. Obviamente no lo es, pero para mí es así. Viva la subjetividad.

Esta película es para verla solo o en familia, o con amigos, o con gente a la que no conoces... Da igual. Pero como más se disfruta es viéndola con un par de amigos, de ésos que conocen los diálogos tan bien como tú, de ésos que parafrasean a los héroes como los adeptos de esta película hacen. Por ello quiero dedicar este comentario de la película a un gran amigo con el que comparto muchas pasiones, Pedro, que es un noble gondoriano.

Y empieza la película... Una voz élfica, Galadriel, narrando la Era de los Hombres, la Guerra del Anillo, la caída de Sauron, la avaricia de los hombres y esas letras añejas y doradas que nos presentan el título. El Señor de los Anillos es una dimensión ÉPICA en cada escena.

En primer lugar me gustaría hablar de uno de los mayores atractivos: la puesta en escena y los respectivos escenarios. Los campos de NUEVA ZELANDA horadados para hacer unas casas de unos diminutos hobbits. Paisajes, campiñas, montañas, lagos, bosques... Apabullantes durante toda la película: Magníficas Rivendell y Lothlorien, morada de elfos, arquitectura forjada a base de naturaleza, escaleras de caracol alrededor de un tronco, peldaños de madera... Las minas de Moria te dejan sin aliento al comtemplar la arquitectura de los enanos, que cavaron profundo en las profundidades de la Tierra y despertaron al Balrog, que se pasea iluminando cada pasillo... El viaje en río para comtemplar a los Argonath, los grandes reyes del pasado custodiando ambos lados del camino.

El vestuario merece un reconocimiento. Uno de los detalles que más me impacta son las elaboradas túnicas de los Nazgûl, hasta 40 metros de tela eran necesarios para hacer estos trajes. Todo lo que se utilizó se hizo especialmente para la película, armaduras y cotas de malla hechas a mano, como antaño, al igual que el attrezzo donde aparecen las espadas forjadas por maestros herreros, con métodos tradicionales, todo muy casero y con un acabado artesanal muy lujoso. Los actores que hacen de goblins tienen un profesor que les enseña a moverse, a atacar a desenvolverse con los movimientos encorvados y con las piernas arqueadas como lo haría un goblin, que no es igual que un trasgo ni que un orco. No se puede ser más profesional.

Los enemigos son fundamentales. De lo mejor de la película. Saruman, el mago que se ha cambiado de bando y es una gran amenaza. Unos Nazgûl tremendos, que dan miedo de verdad, que cortan la respiración; hasta su montura da miedo. El Balrog, una bestia mítica que es fuego y sombra, es una proeza tecnológica. Trolls, orcos, goblins y Sauron, siempre Sauron, el gran ojo que continuamente vigila cualquier momento de debilidad del portador. Pero en esta primera película el antagonista no es Saruman, ni los orcos, ni siquiera Sauron. La semilla maligna está plantada dentro de la comunidad, la codicia bombardea a Boromir desde dentro y se convierte en un problema, pero es un miembro de la comunidad y sigue siendo un héroe, al final acaba como un ser digno, aunque el cuerno de Gondor deje de sonar.

Las batallas son bestiales. Persecución de los Nazgûl y pelea con fuego en La Cima de los Vientos, la batalla contra el "agua" y la posterior huida dentro de las minas de Moria, la batalla sobre la tumba de Balin, el sacrificio de Gandalf y la batalla en las afueras de los bosques de Lórien.

Y por último el punto clave: Los amigos. Los miembros de la comunidad. Aragorn es el héroe perfecto. Y Legolas y Gimli, también, unos lugartenientes perfectos. Sin olvidar el papel que ya hemos nombrado de Boromir, el imprescindible Gandalf como pilar fundamental de la fuerza de Frodo, y Sam, Pippin y Merry, que siendo hobbits tienen una dimensión inabarcable, como ya veremos en la tercera película.

De esta primera parte me quedo con esa mirada de Frodo, hacia atrás, girando el cuello con miedo y comprobando que todo era yermo y oscuro. No en vano Peter Jackson se preocupó de que esta escena fuera la más repetida de toda la película. La grabó decenas de veces, hasta que consiguió que Frodo nos mostrara con sus ojos todo lo que había pasado, todo el miedo que había sentido y todo lo que le quedaba por sentir. Puedes ver todo esto en sus grandes ojos. Pero también nos enseña su determinación, su fuerza y su valía para siendo un ser insignificante, coger ese anillo y tomar tal decisión.

Cuando ves esta película es como si te atravesara una hoja de Morgull, la REMINISCENCIA dura toda la vida. Te acompaña ese sentimiento de alegría por haberla visto, por no haberte perdido tal belleza, tal historia, tal aluvión de acontecimientos que encogen el corazón, y la llevas siempre contigo, aquí, AL FINAL DE TANTAS COSAS.

viernes, 4 de marzo de 2011

Recomendada para MENORES de 13 años


Si te digo Daniel Monzón probablemente no te sonará de nada. A mí tampoco me decía mucho. Es decir, nada. Si te digo "El corazón del guerrero", seguramente no sabes a que película me refiero. Quizás si nombro "La caja Kovak" te resulte un poco más familiar. Y finalmente si digo "Celda 211" puedes empezar a vislumbrar cierto conocimiento y decir: "Ah, sí, cine español".

Daniel Monzón es un director español, desconocido como casi todos. El corazón del guerrero es su primera película, con la que se estrenó. No sé cómo voy a rellenar las casi 600 palabras que acostumbro a insertar en cada crítica, ya que tengo recuerdos muy vagos de la historia en general. Aunque lamentándome ya estoy empiltrando alguna que otra línea. Intentaré poner todo lo que recuerde. Porque recuerdo momentos puntuales muy potentes. De esos que se graban a fuego en la retina, el fuego del guerrero. (Sobre todo si eres un niño ilusionado con los guerreros y las princesas).

El corazón del guerrero es una película rara. Muy rara. Tiene sus momentos. Incluso el reparto es raro: Santiago Segura, Neus Asensi, Javier Aller... y del resto ni me acuerdo. ¿Ventajas? ¿Inconvenientes? Me temo que a día de hoy es una película triste y aburrida. Se rodó en 1999 o 2000 (no está muy claro, Wikipedia y Filmaffinity no coinciden) y por aquellos entonces rompió moldes al incluir algunos efectos especiales desconocidos para una película española. Aparte de eso, lo más probable es que pienses que es bastante malilla, bastante deficiente y bastante ridícula. Aunque quiero nombrar que la música es interesante, sobre todo en las escenas de fantasía. La música es de otro desconocido, que se llama Roque Baños. Es un gran compositor jumillano, y gracias a mis compañeras de piso me he enterado de que es uno de los mejores de España. Prácticamente participa en todo el cine español importante, que no es una tontería.

Sólo quería hablar de ella porque la vi siendo un niño. Exactamente diez años si no me equivoco. Y no es una película para niños. El caso es que dudo que este sitio sea frecuentado por niños pequeños, por lo tanto lo que voy a decir es un poco inocuo. Pero al verla siendo tan pequeño no pude entender tantos matices. Vamos a ver si puedo expresarlo.

El inicio es como Conan en sus mejores tiempos, y eso ilusiona, por lo menos al niño que era yo. Poco después aparece un enano, comiendo ratas en una hoguera. Un enano muy feo, creedme. Buscad fotos de Javier Aller. El caso es que esa escena me traumatizó un poco, aunque no soy nada escrupuloso. Pero no era por el hecho de comer rata, sino por la ferocidad del personajillo. Me daba miedo él, no la rata. Poco después sale Santiago Segura, que es un mago, pero es muy ridículo, aunque también gracioso. Y por último lo que más me destrozó fue que la princesa fuera una prostituta. La película cuenta la confluencia de los dos mundos que se imagina el protagonista. Y yo no entendía muy bien esa psicodelia en la que la misma persona era prostituta y princesa. Yo quería que fuera una princesa, pero la realidad que encerraba la verdad, parecía la cruda, una realidad cruda, como suele ocurrir habitualmente. La verdad es negra y con pinchos.

Pues después de todo esto, no la veáis. Hay cosas mejores, bastantes. Aunque a casi todo se le puede dar una oportunidad. Me tomo esto como un tributo personal, aunque sea mala y yo la recuerde por X circunstancias específicas, no estaría siendo justo con mi pensamiento si no le dejo un huequecito.

Por lo menos la película me hace recordar una frase preciosa de un poeta francés, Éluard. No suelo hacer esto pero es que la frase es un verdadero resumen de la película, además de ser preciosa:

"Hay otros mundos, pero están en éste".

Por cierto, he superado las 600 palabras.

domingo, 20 de febrero de 2011

Is this Sparta?... Peor. Los Ángeles.



Llegas a la academia de policía y haces tus exámenes, que son pan comido. Haces tus pruebas físicas y eres el mejor de tu promoción. Eres un vendaval y nada puede detenerte. El primer día llegas a la oficina y el jefe de tu comisaría te entrega la placa, una 9 mm que ya no tiene secretos para ti porque te has pasado decenas de horas en el pabellón de tiro, un uniforme planchado y el documento que te acredita como miembro de seguridad de los EEUU de manera oficial. El encargado de mantenimiento te enseña tu taquilla y los aseos, y mientras se aleja a seguir barriendo te desvistes y dejas a un lado tu ropa de calle para enfundarte el uniforme. Te lo pones mientras piensas que vas a hacer que se cumpla la ley, que vas a repartir justicia y que tu preparación psíquica y física en la academia es suficiente como para detener hasta el último mafioso de California. En cuanto estás listo pones un pie fuera de la comisaría y LA CALLE te manda un uppercut directo al plexo solar, boqueas como un pez que se muere y busca el aire, te tambaleas, notas el esternón hundido y sólo aciertas a decir... "joder".

Esto no sale en la película, es cosa mía, pero digo yo que es lo que debió de pensar Ethan Hawke cuando se preparó para su papel en esta maravilla de obra. Training Day es una película de realidades fascinantes, contada de manera fascinante. Con actores que dan miedo porque aportan cargas emocionales muy altas. Aunque lo que más miedo me da es pensar en que intenta reflejar una realidad que es incluso peor. Hay que verla y pensar sobre la sociedad podrida. Hay que pensar por qué está todo tan rancio.

De los actores sólo me importan tres individualmente. Como conjunto está la verdadera mafia de Los Ángeles a la que se le pidió permiso para grabarlos, en emplazamientos originales. Cuidado que no es una broma. Que los tatuajes de cinco puntos que lleva esta gente no son de mentira.

Bueno, vamos a los tres actores que me importan. Primero las señoritas. Aunque lo que voy a decir de ella no es hacerle un favor precisamente. Eva Mendes es como Julio César, sólo que en vez de "Veni, vidi, vici" lo suyo es más bien "Vine, enseñé curvas (senos y glúteos básicamente), dije una frase estúpida, y fracasé", es un buen resumen de su papel. Últimamente cada vez que la veo hace eso y nada más. Se la podían ahorrar, de verdad. Más potencia interpretativa y menos trozos de carne con ojos.

El segundo es el co-protagonista de la película y el que sufre la historia. El policía novato que llega a la Unidad de Narcotráfico. Ethan Hawke me gusta. Apurado a punto de morir unas cuatro veces por lo menos en la película, y eso que sólo son 24 horas.

Y por último Denzel Washington. Oh, Denzel. Es el prototipo de policía negro que ya nombré una vez hablando de Men in Black, creo. Es el policía que yo quiero ver, por lo menos eso pensaba al principio. Es muy difícil decir cuál es la mejor película de Denzel, tiene por lo menos cinco bestiales que te dejan sin aliento y otras tantas muy buenas. Pero la actuación que hace aquí estaría arriba, muy arriba.

¿Por qué se llama Training Day? Pues bien. Porque es un día de entrenamiento, ni más ni menos. Ethan Hawke le dice a su mujer, cariño me voy a trabajar. Llega a la comisaría y conoce a su compañero y jefe de departamento que le va a enseñar lo que es la vida en la calle y quién manda. ¡Pero espera! ¡Que el poli jefe es un corrupto! Es el despojo más despojo, el más miserable, el que maneja el cotarro y se deja untar controlando a su antojo a las marionetas. Pues sí, esa es su filosofía. Si no les pateas el culo se crecen y si se puede sacar tajada se saca. Porque a todos nos gusta el oro que cuelga del cuello. A todos.

Si a mí me pasaran tantas cosas de esa gravedad el mismo día creo que no lo contaría. Pues el novatillo tiene que estar en las duras y en las maduras. Pero aquí son todas duras. Se salva por los pelos. Meterse en una casa con latinos que juegan a las cartas... ¡Qué simpático tu jefe!

La dosis de acción es impresionante, el papel de Denzel fue justamente reconocido con su correspondiente premio, Ethan sigue de cerca los pasos de su mentor pero vira y coge otro camino, y se la juega demasiado. 24 horas. No tienes tiempo de respirar porque sucede todo en un día. El día más duro de tu vida, el primer día. Porque da igual lo que te pase ya que nada importa en esta vida si no hay pruebas. "La cuestión no es lo que sabes sino lo que puedes demostrar". En serio, las películas con los diálogos destructores, fascinantes, cargados de sabiduría... esas son las que más me gustan. Hay que preguntarse dónde están esas películas.

El primer día de tu nueva vida. Por la noche llegas a tu casa (si es que llegas) cojeando, dolorido. No atinas ni a sacar tus llaves y llamas al timbre. Sólo quieres ver a tu mujer y dormir para siempre. ¿Mañana irás a trabajar? Quién sabe. Te giras un poco y miras el asfalto, LA CALLE, y lo único que te sale decir, con un murmullo medio asustado medio asqueado es... "joder".

domingo, 13 de febrero de 2011

La flauta del miedo


Un hombre, hace ya más de ochenta y tantos años, escribió el guión, escribió un chiste sobre mosquitos y cuellos, y hoy, me he reído. Ese chiste no fue planeado para que llegara hasta mí, no tenía que trascender tanto en el tiempo. En cambio fue pensada para la gente de 1922, 1930, 1940 y si me apuras la década de los 50’. Pero no para mí. No tenía que llegar tan lejos. No obstante, esa es la magia del cine, que se hace inmortal... (como los vampiros).

Nosferatu, un clásico. Pero no hay que llamarla “Nosferatu” a secas. Hay que decir: Nosferatu, UNA SINFONÍA DEL HORROR. “¿Cómo? ¿Perdona? ¿Puedes repetirlo?”. Claro, claro: Nosferatu, UNA SINFONÍA DEL HORROR. La escena despojada de música no impresiona a nadie, seguramente. Pero hay por ahí en la película un virtuoso con una flauta y otro virtuoso con lo que parece una tuba (mi oído es muy limitado respecto a música, no me prodigo en ser un entendido) que merecen como poco un monumento. En España parece ser que le pusieron el nombre de “Nosferatu el Vampiro”, en fin, que pierde la gracia el título.
La historia de Nosferatu es la de Drácula, la de la novela de Bram Stoker. Adaptada libremente por un iluminado alemán que le cambió el nombre para no pagar derechos de autor. Aunque hubo un poco de jaleo y finalmente se destruyeron las copias de esta peli, (de eso se encargó la viuda de Bram) no pudieron con todas. Gracias al cielo algunas volaron libres durante lustros para llegar y posarse con suavidad en Megavideo. Por cierto me he enterado de que la película está englobada en el expresionismo alemán, que no tengo ni idea de lo que es, pero parece importante para la gente que estudia cine. En la película se observa, ya que usan el ralentí y el acelerado y también cambian de escena en negativo, blanco y negro y con colores. Cultura general supongo. Esto si que es aprender sobre cine.
Visualmente, el  principal atractivo de la película es ver al vampiro. Es muy feo. Pero tiene pinta de llevar poco maquillaje. Eso dice mucho a su favor. Camina encorvado, con un aire enjuto, la espalda arqueada... Lo único que podía pensar mientras veía la película es que esa gabardina albergaba un par de alas negras, viscosas, como un murciélago de talla colosal. Esos ojos muy abiertos y sedientos, rematados por cejas pobladas y al fondo, como segundo plano, unas orejas blandengues y picudas... Por cierto, por si alguien no lo sabe, es cine mudo. Pero el inglés en el que está escrito el texto (y su traducción) es simplemente delicioso.
Ha pasado mucho tiempo desde que se rodó. Años muy largos, uno detrás de otro, casi noventa. Estaba de moda la cortinilla para cambiar de escena, algo que ya no se usa ni en las presentaciones de PPT porque es añejo. Pero para la época era innovación total. Antes de decirme si es mala o buena, te pido que pienses si te ríes todavía con Blancanieves o no. Si cuando Mudito se traga la pastilla de jabón y hace pompas mientras sus orejas bambolean no te hace sonreír, entonces no hay nada que hacer. Pero yo todavía me río con Blancanieves, es un clásico. Nosferatu es un clásico también. Y mi opinión es ésa, los clásicos hay que verlos, y luego, hablar.