viernes, 10 de diciembre de 2010

Cuando cierro la mano se convierte en un puño




Leonardo DiCaprio vuelve por aquí para hacernos felices con un gran título: Gangs of New York. Estamos delante de una gran obra. 11 nominaciones al premio Óscar: ni un galardón, pero da igual. DiCaprio, que suele ser el héroe, aquí se ve igualado (y superado me atrevería a decir) por Daniel Day-Lewis, que encarna a Billy el carnicero (bonito juego de palabras) en un papel fundamental como villano en la historia del cine. Derrocha maldad, pero con clase. Un tío elegante; de esos a los que se les perdona los cuellos que cortan, porque lo hacen con sobriedad. Viven para oprimir, y oprimen estilosamente. Incluso el ave más grande y sanguinario, ese gigantesco ÁGUILA de ojos brillantes y pico afilado como un CUCHILLO, puede hacerte creer que su cometido es noble. (Quería remarcar la potencia y fuerza que imprime al personaje el doblador, Jordi Brau, que sólo con su voz hace que el personaje sea temido)

Para los que tengan poca paciencia ya aviso. Esta película dura casi tres horas (168 minutos). Pero al igual que los buenos platos de mamá, las grandes historias se cocinan a fuego lento. La receta de la película es muy elaborada y compleja: unas cucharadas de venganza, dos onzas de corrupción, un vasito de opresión y trocitos de traición. El protagonista se encuentra todo esto y lo mezcla bien, lo amasa y añade al mejunje una pizca de picardía con amor y trozos de valentía. Toda esta historia sazonada con un gran baño de racismo.

Las batallas tienen mucha calidad, a pesar de ser guerreros rudimentarios e improvisados, son muy solemnes, y más aún gracias a esa banda sonora que exalta las escenas de guerra. Música para la hermandad y la fraternidad. Obra de Howard Shore. Ese tambor sobre la nieve roja, esa estampa bajo las cuevas, ese SILBIDO que nace en el pecho.

Las calles de Five Points hieden. Esa zona apesta, llena de proscritos irlandeses, marginados inmigrantes, algún que otro negro, y demás "calaña". Por lo menos así lo interpreta Billy, ya que el maneja el cotarro, es un tipo listo, sabe todo de todos, sabe de quién rodearse, sabe a quién puede cortar un dedo y a quién debe reverenciar... Aunque él reverencia más bien poco. Simplemente es el carnicero. Maneja carnaza y carroña.

La obra está cargada de traidores que deambulan de un bando a otro con extrema facilidad. Cambian su sentimiento por un puñado de monedas o por gozar de una buena posición. Ofrecen su fuerza a cambio de pago, a dólar por MUESCA. Ésos son los mercenarios. Luego están los rateros y mangantes que se ganan la vida como carteristas, sobreexplotados por un cerdo tirano que se come los beneficios. Perdón... un ÁGUILA, no un cerdo. Triste es de robar pero más triste todavía es de traicionar tus orígenes, tus principios y toda tu infancia porque, de alguna forma, había que sobrevivir en esta época. Y sobrevivir en Nueva York en esa época era difícil. Lo más factible y rentable era simplemente dejarse morir.

La dosis de racismo es inmensa. Y sobrevivir, una aventura, sobre todo para los inmigrantes. Durante toda la película hay una visión en los puertos. Una escena tras otra que nos enseña, con cierta sátira, como los cajones de pino, los ataúdes simplones se apilan al bajar de unos barcos que vienen de la guerra, unas naves que se vuelven a cargar de hombres frescos y nuevos, que pronto serán fiambres como sus predecesores.

Llegando al final de la valoración, nombro a Cameron Díaz, (bastante pelirroja aquí para olvidarme de ella) que tiene un papel relativamente importante. En mi opinión de más a menos en la película, cuando se pone romántica pierde fuelle. En la acción gana, es una mujer dinámica.

Leonardo DiCaprio, que lleva una racha impecable y siempre se las ingenia para aparecer en películas de culto, consigue otra actuación genial. Y por último, el rey, el jefe, el que reparte el bacalao aunque sea carnicero. Daniel Day-Lewis: un sombrero de copa, un bigote y un ojo brillante que inspira respeto a cualquiera de los mortales.

Billy, un tipo que en vez de manos tiene puños y que se llama Nueva York.