lunes, 18 de octubre de 2010

En la jungla vas a esperar hasta un 5 o un 8 sacar...



El tablero de Jumanji reza más o menos así: “Un juego para aquellos que quieren encontrar... un camino para dejar su mundo atrás”

Después de bastante tiempo inactivo, vuelvo con algo rapidito. No hay tiempo para más. La maldita universidad me está consumiendo. (Que sí, que soy un quejica, ya lo sabía) Tampoco es tan grave digo yo, podréis sobrevivir sin mí, que eso lo sé yo bien. Si ya me lo dicen algunos amigos: “Dosifica, que luego ya sabes lo que pasa”. Y uno mismo, que no dosifica. Así me va. Bueno pues vamos con algo rápido como acabo de decir, pero contundente.

Jumanji es una de esas películas que veía cuando tenía 10 u 11 años, incluso menos. Lo único que podía hacer cuando acababa la peli era darle al botón para rebobinar la cinta y verla otra vez. Incluso si no podía mirar la televisión dejaba la película en marcha, para oír los quejidos de los monos, la pólvora del rifle del cazador o la estampida de los rinocerontes.

Cuando Judy, la pequeña novia de Spiderman (sí, esa niña tan mona es la misma actriz que interpreta a Mary Jane) y su hermanito Peter oyen los tambores y encuentran el tablero no tiene desperdicio. TAMBORES. Cuando Alan sale del tablero y vuelve a su hogar tampoco. Y cuando se afeita y encontramos detrás de la barba y la pelambrera, y de unos cuantos cortes de navaja de afeitar, al gran Robin Williams pues nos llevamos una alegría también.

Los chicos sufren mucho, pero superan las pruebas y te animas con cada fotograma. Cada bicho que sale del tablero, cada bestia de la jungla desata el caos y al final la cosa se pone tan peliaguda que el agua les llega al cuello. Pero Robin es mucho Robin. Mejor dicho Alan Parrish en general. Porque Alan “grande” está bien caracterizado, pero asimismo hay que nombrar al niño que lo interpreta, que hace un papel sublime.

Quizá los efectos visuales no son como los de Avatar, pero en 1995 no podías conseguir nada mucho mejor. Incluso he visto películas más actuales con escenas más pobres y falsas. Pero si alguien se queja de estos fallos, lo entenderé. Los monos están un poco “photoshopeados”. En los 90’ todo vale. Es una época dorada.

Todos hemos tenido diez años. Todos hemos ido ilusionados a las jugueterías. Y ALGUNOS incluso después de ver la película, más ilusionados aún. Buscando, revolviendo, ojeando por las estanterías y persiguiendo ese tablero. Con ganas de preguntar a la dependienta si esa cosa existe. Ese rectángulo de madera con las cuatro esquinas coronadas por el cazador, el mono, el rinoceronte y el elefante. En definitiva, Jumanji no es una película, es un JUEGO.