sábado, 9 de octubre de 2010

Bichos con sentimientos



Distrito 9 es una película atípica, afortunadamente. Hoy día necesitamos variedad porque saturamos los temas. Películas de la Segunda Guerra Mundial, muchas. Películas del fin del mundo, muchas. Películas de parejas enamoradas, muchas. Películas de dramas familiares, muchas. Ahora bien ¿Cuántas películas podemos nombrar sobre racismo, discriminación social y pobreza, todo ello salpicado y combinado con extraterrestres? Pues eso. Original como ella sola. Pero todavía hay más.
Lo primero que hay que destacar es el estilo a la hora de rodar. Empieza como un documental, y parece muy real. Al ser así, cuando te quieres dar cuenta estás viendo una película que al principio era “creíble”, y la cosa queda entre ficción y realidad grabada a pie de calle; eso es muy emocionante.
Presupuesto bajísimo: unos 30 millones de dólares. Para una película de ciencia-ficción/acción, nominada en todos los certámenes a la categoría de Mejores Efectos Especiales, es una genialidad. El trabajo de WETA asoma por cada arista, cada una de ellas pulida por muchos de los que trabajaron en El señor de los anillos. Gran parte de la culpa de todo esto la tiene el señor Peter Jackson. En esta obra actúa como productor pero prácticamente ejerce como director. Es el que lleva la manija de todo, ha revalorizado NUEVA ZELANDA, sólo con su existencia. También Peter Jackson es culpable de que yo me sumergiera verdaderamente en el mundo del cine, con su trilogía del anillo, pero de eso hablaremos otro día. Necesito bastante tiempo para preparar eso.
En esta película no hay héroes. Pero como ya he comentado otras veces, se necesita un personaje fuerte, un gran espíritu que complete la tarea. Un cuerpo que siga aunque a veces FLAQUEE. Aunque su cuerpo lo asuste. Aunque esté en juego no ver a su familia. Todos sentiríamos temblores en las piernas. Sobre todo en el brazo.
Y volvemos a uno de mis temas favoritos: la empatía. Nada nuevo, porque la he nombrado varias veces aquí. Esos bichos, alienígenas, extraterrestres o langostinos, como queramos llamarlos, producen pena. Son aislados, maltratados y mangoneados en cada día de su existencia. Están allí, FUERA DE SU CASA, y encima reciben azotes. Pues vaya anfitriones tan deleznables. Lo voy a intentar explicar, y el que me quiera entender que me entienda: Ellos saben que no son bien recibidos. Están por NECESIDAD. No tienen alternativa, es su última salida. Si pudieran estar en casa, estarían. A nadie le gusta que lo maltraten; no es difícil elegir entre el INFIERNO de un viaje a un sitio raro, lejano, feo, pobre y triste o los brazos de mamá. Yo sinceramente me quedo con mamá. Y espero que algún día todos entendamos que si no están con mamá, y están aquí pasando penurias, es por una imperiosa NECESIDAD. Así que dejad a los pobres BICHOS  que se busquen la vida.
El único punto débil que se me ocurre es que el final puede saber a poco. Hay una escena de gran valor estético y emocional, te llega directa al cerebro como un misil, pero no termina de colisionar.
Con todo esto, tenemos Distrito 9. Una obra cargada de espectaculares efectos especiales, empatía, RACISMO y todo grabado como la vida misma. Un documental que podría ocurrir en un barrio de cualquier pueblo.
¿Por qué no?