domingo, 6 de febrero de 2011

Prepararé unos chutes



Hace unas semanas compré un periódico con el que regalaban esta joyita del cine. La  película tiene ya su tiempo y casi había olvidado cuando la vi. Pero me apetecía repasarla y compré el periódico. Con todos ustedes Trainspotting, una tragicomedia irreverente para mostrar una cruda y mísera realidad. Lo cuenta con un tono distendido, pero lo cuenta.

Bucear en un retrete lleno de excrementos es una bonita metáfora sobre cómo el barro te puede cubrir, qué nivel de miseria estamos dispuestos a alcanzar cuando estamos inmersos en el mundo de la adicción. Es una bonita metáfora que al volver a casa de sus padres, sus paredes están forradas por un papel con decenas de trenecitos. Viaje de ida y vuelta.

La historia habla de colegas drogadictos, bueno, hay un "colega" en el grupo que presume de no ser adicto a las drogas, mientras apura un gran vaso de whisky y consume un cigarrillo. Este es el sujeto que no necesita la droga dura, pero en cambio es esclavo de la droga blanda, y de la violencia, que es peor.

En cuanto a los aspectos del rodaje, destacaría que la fotografía me parece sublime. No es la típica que se estila en el cine. Sacar planos de medio cuerpo, de las piernas, cenital, o casi siempre con una perspectiva caballera, desde arriba, es algo atípico que imprime fuerza a la historia. Como colofón, el narrador, que es el propio Renton. En especial son impresionantes los primeros planos. Parece 3D.

El actor protagonista es Ewan McGregor, alguien que sabe cantar, sabe bailar, sabe actuar. Sabe interpretar todos los papeles. Sabe narrar, sabe vivir, sabe no elegir la vida, sabe morir y resucitar.

Volviendo a la historia, hay una MADRE SUPERIORA en forma de calvo que te proporciona toda la droga que necesitas, mientras el bebé se pasea gateando feliz entre un mar de jeringuillas y cucharas, entre papel de aluminio y mugre. Si es que no puede salir bien, por H o por B.

El problema de la droga es no tener que decir. El problema es que se muere un bebé frente a ti y lo único que puedes hacer es intentar decir una frase sentida pero, en vez de eso, te preparas un PICO. Como siempre.

Un pico que nunca se acaba. Siempre es el último. Pero siempre necesitas otro más, y otro, y otro. Hasta que te has tomado tantos chutes que pierdes la cuenta, o el conocimiento, lo que venga antes. Necesitas el último. Pero el último pierde el significado cuando no tienes ni la capacidad de contar.

El problema surge cuando presumes de haber dejado la heroína, y sólo necesitas unas pocas anfetaminas y un pelín de Speed, y alardeas de tu capacidad de superación. No controlas la balanza, crees que ganas pero siempre pierdes.

Elige una vida, elige un empleo, elige un coche... elige lo que te dé la gana. Sólo hay una cosa que no puedes escoger: No elegir.