martes, 15 de marzo de 2011

¡Saruman, te sacaré como se saca el veneno de la mordedura!



Segundas partes nunca fueron buenas, un refrán que oímos muy a menudo. Casi siempre es verdad, pero en Las dos torres este refrán se hace añicos. Es la segunda parte de la trilogía, y no es ni mejor ni peor, simplemente es una parte fundamental. Y punto.

La primera escena es un recuerdo de la primera película. O eso parece, porque de repente, continúa. Ese Balrog cayendo, entre fuego y agua, y Gandalf sacrificándose. Es lo que tiene ser un Ilúvatar, que puedes con todo. Y esta escena inicial sirve para despertarte. Por si habías entrado dormido al cine o con pocas ganas. Porque el Balrog quema, y la nieve fría, más.

Tengo tantas cosas que decir que no sé por dónde empezar, y esto puede quedar deslavazado y deshilachado, pero no me lo tengáis en cuenta. Igualmente me olvidaré de ciertos detalles primordiales, intentaré que ocurra lo menos posible, pero si es así, hacédmelo saber mediante los comentarios si así lo deseáis.

Pues vamos a la MÚSICA. Que en la primera parte ni siquiera la nombré pero aquí sí que me voy a explayar. Las composiciones son impresionantes. Las piezas son increíbles. La cabeza pensante de todo esto es Howard Shore. La música celestial de Shore es única, también hizo Gangs of New York, ya que estaba en su punto álgido y muy inspirado a principios de la década. Todos los temas son bonitos, todos. Armónicos, profundos, emocionantes, conmovedores y como no, épicos. De hecho muchos grupos se han inspirado para hacer música preciosa a partir de esto. Sin olvidar al grupo Enya, encargada de la canción de la banda sonora original. "May it be" es de escucha obligada.

Pero no sólo existe la música, sino también los sonidos característicos de la batalla; no es lo mismo cuando se golpea el suelo o una pared, no suena igual el filo de la hoja de Aragorn, Andúril, que el vibrar en el aire del hacha de Gimli. Ningún arma suena igual. Se diferencia el golpeo del metal al de la madera, se oye distinto si la flecha de Legolas se clava en un yelmo, en una coraza, o en una cota de malla.

Por otra parte en esta segunda parte priman las historias paralelas, diseñadas para mostrar la división y la dificultad de mantener una unión fuerte, pero también para profundizar en cada héroe. El coraje de Merry y sus ganas de luchar, alentando a los Ents a dirigirse a Isengard. La debilidad de Frodo y el apoyo de Sam. La codicia y la sumisión fingida de Gollum. El resurgir del Mago Blanco, guiando a los Rohirrim. La hermandad creada por el trivote mágico formado por Aragorn, Legolas y Gimli, hombre, elfo y enano, Vigo, Orlando y John. Es difícil ver a un enano defendiendo a un elfo, y viceversa, cuando Orlando Bloom le pone una flecha en la frente a Éomer. Son tres actores de bandera, sólo hay que ver su carrera.

Pero para mí, y esta opinión es muy personal, el verdadero protagonista de Las dos torres es Gollum. Es el personaje más importante, y sólo por la implicación y el trabajo impresionante de Andy Serkis, ya merece ser nombrado y alabado. Durante el rodaje, se derretían con extintores algunos riachuelos, con agua congelada, sólo para hacer las escenas. Y Andy Serkis debía meterse y hacer estas escenas sólo con una fina capa de ropa llena de puntos de captura de movimiento. Un trabajo impresionante para conseguir que Gollum fuera lo más humano posible, aunque se tuviera que zambullir en agua congelada. Pero no sólo las grababa una vez, sino que luego volvía a repetirlas junto a Frodo y Sam. Es Sméagol, es Gollum, y es lo que quiera ser. Aparte de la capacidad actoral de Serkis, lo que realmente me importa es la trascendencia del personaje. Es la clave, ya lo anticipó Gandalf, y así es. La parte que más disfruto es en la que Gollum es expulsado de la mente de la torturada criatura, pero le dura poco la bondad. Aunque gracias a su maldad, tenemos la escena final de la película, en la que el anticipo de "ELLA" hace que quieras ver la tercera rápidamente.

Todas esas historias paralelas de las que hablábamos antes, confluyen en la batalla final, la que acontece en el Abismo de Helm. El camino para llegar allí es arduo, lleno de wargos, orcos y otras dificultades como perder un líder. Pero se refuerza el espíritu de unidad, todos atrincherados, tras los muros del castillo, esperando bajo la lluvia a esos 10.000 Uruk-hai, los orcos más terribles jamás concebidos. Golpeando, las picas estallando contra el suelo. Pero todavía hay esperanza, Haldir y sus elfos se presentan, y la cosa se empieza a equiparar. Lo demás es estrategia, sangre, batalla, matar a 200 orcos con una flecha y hacer resonar un cuerno al amanecer.

De esta segunda parte me quedo con esos ojos de Gandalf, renacido, mirando al infinito sobre su caballo Sombragris y maquinando lo que será la batalla definitiva, el desenlace total, la enorme guinda del pastel que espera en la tercera película. Él ha vuelto para guiarlos al final de la batalla de Helm, pero en realidad sólo es la vara que porta la luz, para mostrar el camino de los hombres; los hombres... verdaderos protagonistas en el fin de la trilogía.

Sigue la trilogía, una historia que permanecerá para la HISTORIA. Un anillo (y una leyenda) para encandilarnos a todos.