sábado, 18 de diciembre de 2010

15 minutos a oscuras


Estoy muy contento. Esto no estaba planeado pero siento la imperiosa necesidad de contar esta historia. Una historia de terror. Digo que estoy contento porque he vuelto a sentir MIEDO después de bastante tiempo. Me refiero a ese miedo ya casi olvidado de verdaderas películas que te hacían ABRIR LOS OJOS. Obras del cine como Disturbia o No tengo miedo.

Me alegra poder seguir sintiendo todo eso. Es una felicidad inmensa descubrir como vuelve a erizarse el vello de las piernas progresivamente hasta la cabeza por una escena, un grito, un solo segundo de imagen que te hace pulsar el botón para detener el vídeo, mirar cada esquina de la habitación y buscar con ansia el interruptor de la luz. Pues entre María Castro, Mario Casas y unas malditas gafas de sol que recordaré durante largo tiempo, han conseguido todo eso en apenas 5 segundos.

Resulta que estaba viendo unas imágenes bastante irrelevantes, cosas de risa en general, cuando de pronto se ha abierto un reproductor en esa misma página, una ventana parecida a las pequeñitas de Youtube, una décima parte de la pantalla. Era muy pequeña, por suerte para mí, porque si no mi susto habría sido mayor incluso. Pues sin darme cuenta han empezado a hablar y la voz familiar de una actriz muy amena (Macarena Gómez) me ha hecho buscar el origen del sonido. Me he quedado observando cómo transcurría el vídeo y todo normal, hasta que ha venido el zambombazo. Quizá no os parezca para tanto, quizá era mi postura semitorcida en el sofá, quizá fuera mi languidez a altas horas de la noche, o quizá mi hipnotismo en la figura de una pelirroja como María Castro pero os aseguro que el sobresalto ha sido de aúpa.

Me pregunto cómo en un cortometraje, cómo en un espacio tan reducido de tiempo, han conseguido meter ese impulso a los miedos ocultos. Me ha fascinado. Me pregunto cómo hay películas de presupuesto millonario y no consiguen un triste brinco emocional.

Hay que echarle un ojo a este chaval, que aparte de la presencia física y su aspecto de malote, o de niño bueno, según quiera, también sabe gritar y callarse. Muy importante en el cine. Y sus gritos se clavan en el cerebro. Te pone en su lugar. Yo lo llamo POTENCIA INTERPRETATIVA. No todo el mundo puede hacer eso.

Y por último, me alegra sentir pavor de nuevo. Aunque sólo sea por un corto espacio de tiempo, un trocito de vida en el que te levantas para comprobar que las sombras siguen siendo sombras, donde la mente te juega malas pasadas y compruebas, después de tragar saliva, que no hay nadie vigilándote.

Si queréis información de la peli os digo que es un proyecto de Mahou llamado La Wikipeli. Es la segunda edición y el cortometraje de este año se llama Miedo. Hay página web y esas cosas por el estilo donde se explica todo esto muy bien. Una idea innovadora donde han participado hasta 6.034 personas como co-productores. Muy interesante. ¡Viva el cine semiprofesional!

Para acabar, una cosa mala y otra buena:
-Desenlace final del cortometraje flojillo.
-Canción de los créditos brillante.

A temblar se ha dicho...