sábado, 19 de marzo de 2011

¡Rojo será el día hasta el nacer del sol!


¡Resistid! ¡Resistid! ¡Sois soldados de Gondor!... Como Gandalf alentaba a los bravos guerreros gondorianos, yo os aliento a que os quedéis a intentar leer esto; espero que no os parezca muy muermo, pero echadle un poco de paciencia y al final quizá os sentiréis en paz y todo. SÓLO VOSOTROS PODÉIS DECIDIR QUE HACER CON EL TIEMPO QUE SE OS HA DADO, y yo recomiendo que lo intentéis, y que invirtáis ese tiempo en ver una maravilla hecha cine.

Si yo tuviera que hablar del impacto que causó esta película en mí, lo haría extrapolando una frase de la propia película, pero versionada: Las buenas películas no llegan pronto, ni tarde... Llegan exactamente cuando se lo proponen. Nada más que decir, colosal.

Nunca se puede superar un libro, nunca. Por muy buena que sea la película, un gran libro siempre es mejor. Esa es mi opinión. Yo, que amo el cine, prefiero los libros. Y cuando alguien se atreve a hacer cine de un gran libro, me preparo para ajusticiarlo. Pero esta vez no. No se puede criticar la manera de adaptar este libro. No puedo imaginar una manera mejor.

Tolkien escribió el libro. Don Tolkien para mí. Le debo tanto a este hombre que ni se puede imaginar. Pero el éxito es compartido con Peter Jackson. Don Peter Jackson. Hay que estar un poco perturbado para implicarse en un proyecto de estas dimensiones, y conseguir el éxito es una utopía. Pero lo hizo. 11 premios Óscar. Y porque no había más. Pero se los merece todos y cada uno de ellos. Porque se encargó de leer y releer la obra de Tolkien, se encargó de que el maquillaje fuera perfecto, se encargó de conseguir un equipo para hacer unas orejas de elfo o unos pies de hobbit, que llevaba horas y horas de trabajo, pero no le importó. Día tras día, correteando con su panza y su anorak por los bosques de Nueva Zelanda, siempre con el libro en la mano, SIEMPRE. Total y absoluta implicación y dedicación durante tres años sin descanso. En todos los rodajes estaba él, dando consejos y aportando el sentido original del libro; todo lo que pudo, que fue mucho.

Nos centramos en la película in situ. El viaje llega a su fin, pero no sin antes pasar las adversidades propias de una gran aventura. Lo primero de todo: El protagonista ¿quién es realmente, quien actúa de verdadero héroe? No es Frodo, aunque su importante cometido es cargar con el anillo. No es Aragorn, el verdadero rey que vuelve para encabezar a las fuerzas del bien y de la luz, contra las tinieblas. El verdadero protagonista, el que lleva la mayor carga, el apoyo fundamental, la clave, la solución es Sam. SAM, SAM, y otra vez SAM. En el disco de extras habla Christopher Lee, que interpreta a Saruman, y lo dice. Hace hincapié en ese hecho: "Atentos a Sam, es el verdadero protagonista". Para mí así es. No puede cargar con el anillo, pero acarrea con algo mucho más importante. Seguir ahí, mantenerse, a pesar de ser un segundón, a pesar de ser el hobbit seboso, el mentiroso. A pesar de todo es el que los salva a todos. Sam es un grande.

Es la película más épica que he visto nunca. Las batallas, la lucha, el esfuerzo, la superación, la cantidad de frases célebres, muchísimas, de todos los colores, geniales. Hasta una canción de Pippin que llega al alma. El discurso de Théoden frente a sus 10.000 lanceros, palabras que resuenan en los oídos con más potencia que los cascos de los caballos contra el pasto.

La estética es lo mejor de todo. La araña es un prodigio tecnológico, con poco tiempo en escena pero suficiente para admirarla. Minas Tirith es nacaradamente sublime, sobrevolada por el Rey Brujo de Angmar, que da miedo con sólo oírlo. La batalla de los Campos del Pelennor apabullante. Los olifantes colosales. El enfrentamiento frente a La Puerta Negra estremecedor. Los ojos de Pippin, abiertos, plenos de esperanza, unido a un grito ahogado que clama por la venida de las águilas. El silencio de la fortaleza de Barad-Dûr en caída libre, acongoja.

De esta tercera parte me quedo con el discurso de Aragorn a los Rohirrim, a los hombres de Gondor, a los medianos y en definitiva a todos. Ese discurso es el discurso de los hombres, de los que pueden y de los que luchan, de los que se sacrifican para que otros puedan seguir viviendo. Es el discurso de los valientes y de los empáticos, el discurso de unos héroes, de unos guerreros hermanados bajo la bandera de los Hombres del Oeste.

Maravilla de final, de finales, múltiples, cerrando todos los círculos, atando todos los cabos. La película se acaba, la crítica también... "No diré no lloréis, pues no todas las lágrimas son amargas".