martes, 28 de diciembre de 2010

Que paren el avión que yo me bajo



Que caprichoso es el calendario, que decide ser hoy el día de Los Santos Inocentes y me atrevo a colocar una película que parece una broma. Ojalá lo fuera. Por lo menos sería graciosa. Aprovechando que el día de Navidad emitían la película, la volví a repasar, y me volví a frustrar. Por todo. Con el título es suficiente: Serpientes en el avión. Ahí va eso.

El reparto es pobre. Samuel L. Jackson... Aún no entiendo por qué se metió en este berenjenal. Es triste verlo disparando con su revólver a las serpientes; el sable láser que usó cuando era Mace Windu en Star Wars le habría venido incluso mejor.

Las malditas azafatas parecen (sin ofender) dos furcias de principios de los 90. Lo hacen sumamente mal. De Elsa Pataky en la película sólo puedo decir que… er… em… bueno, que Adrien Brody es un gran actor, y espero que estén siempre juntos.

En especial es asfixiante el papel de Mega-Estrella de la canción que hace un tal 3G. Un maldito creído que es el típico tipo con tanta pasta, que no sabe que ropa ponerse. Y termina comprando atuendos “cool”, para desgracia de nuestros ojos. Y por si faltaba algo el “malo” de la historia es un mafioso chino que vive en Hawai; es superfuerte y musculoso. Tiene la mirada de Bruce Lee, pero su presencia y personalidad es más bien como la de Kuzco en El emperador y sus locuras, y que me perdone el pobre dibujo animado.

Pero verdaderamente el gran, gran premio en cuanto a interpretación en toda la obra es para: ¡LAS SERPIENTES!

Me surge una pregunta que casi no me deja dormir… ¿Por qué demonios las serpientes están hechas a ordenador? Y, aún peor… ¿Por qué están tan sumamente mal hechas? Las lagartijas y salamandras de mi jardín habrían logrado una actuación mejor. Estábamos en el año 2006 cuando se grabó esto. En el siglo XXI. Por la madre del cordero, Ben-Hur tiene escenas con mayor calidad visual que estos pestilentes ofidios. Un día me gustaría que alguien me explicase por qué la mayor parte de los ataques de las serpientes están dirigidos a órganos sexuales, lo que convierte la agresión en algo tan ridículo que dan ganas de apagar la tele. En especial el primero y el segundo, en el que ver una serpiente enganchado a un gran seno y a un pene respectivamente te hace pensar: ¿No hay algún héroe que se encargue de ajusticiar con un hacha para cercenar las cabezas de estos productores, directores y demás diseñadores y guionistas responsables de este bodrio?

Otra cosa que no entiendo de las serpientes es su inusitada fuerza. Tan pronto como una víbora de, (según mis cálculos) 1 metro aproximadamente tumba de un golpe a un hombre adulto, así como unas pocas escenas después una mujer mayor repele una enorme pitón de unos 5 metros con una botella… ¡¡¡de PLÁSTICO!!!

Cuando hacen explotar a una serpiente en el microondas, se aprecia el tomate frito. 33 millones de dólares y ni siquiera pueden conseguir un poco de sangre real. En fin.

El guión consiste en una serie de serpientes que se introducen en un avión, y que están revolucionadas por unas feromonas. Todo esto forma parte de un intrínseco y “brillante” plan para matar a un testigo en un asesinato. Lo dicho: lástima de presupuesto.

Hay que tener redaños para ver esta película. Me siento en paz con el mundo advirtiendo a la población para que no sufran un gran asqueamiento al verla. De todos modos, si alguien la ve accidentalmente y sobrevive, puede sentirse orgulloso. Ya sabéis: lo que no nos mata, nos hace más fuertes.